1. Las tragedias no son eso de lo que nadie tiene la culpa sino eso que nadie quería que pasara.
2. Las tragedias ponen a lo inevitable (la muerte de todos nosotros) en el lugar de lo que podría haber sido evitado.
3. La tragedia de la inundación nos pone de frente a un problema que no se resuelve con una redistribución de recursos o de poder pero que interpela la razón del poder.
4. El problema que nos deja la tragedia de la inundación tampoco puede resolverse del todo con más Estado: hace falta más sociedad. Hacen falta cientos de miles de ciudadanos, de organizaciones, que sepan qué hacer cuando, literalmente, el mundo se viene abajo.
5. Defensa Civil. He ahí una cosa válida para enseñar en esa institución muerta que es la escuela obligatoria.
6. Hay que pensar la tragedia en su fecha. Malvinas. Malvinas. El territorio.
7. La política está territorializada pero el territorio no está politizado. No es objeto de la política más que como contenedor electoral. No es objeto del gobierno más que como contenedor de la cuestión social.
8. Gobernar el territorio (y por ende, politizar el territorio) implica abandonar la herencia policial de la política nacional. Esa carga que una y otra vez Martín Rodríguez nos recuerda que llevamos en el fondo de la mochila.
9. Para gobernar el territorio hay que “remilitarizar” la política democrática para dotarla del sentido territorial propio de los ejércitos decimonónicos.
10. El territorio es estratégico. No pueden practicársele políticas reparadoras, redistributivas, de inclusión. No es un resto que sobra del mercado. Es